Fiel a sus valores, la decoración interior se recicla, el suelo original permitió crear el gran mostrador, las farolas son fuente de iluminación, mesas y sillas desparejas dan toques de color al comedor, junto con la frondosa vegetación. En cuanto a su arquitectura, se han quitado los falsos techos, que han desvelado las columnas y arcadas, liberando la sala de espera, se ha renovado la gran cristalera y se ha mantenido el reloj orginal de la estación.
Me encantan los toques vintage, le aporta un auténtico carácter. No es extraño encontrar antiguas jaulas de pájaros, maniquíes, un buzón,... fruto de su filosofía basada en las 3R(reducir, reutilizar y reciclar), ya que, al igual que en la comida reivindican el slow food y alimentos de proximidad, son defensores del Do It Yourself, tanto que hasta están recuperadas las vías de la estación. En verano, por ejemplo, llegan a convertirse en un cine al aire libre y es habitual que acoja mercadillos.