Dicen que los clásicos nunca mueren y no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación. Si tuviera que elegir una única vajilla para toda la vida, lo tendría claro, sería mi vajilla de cerámica Karma. Uno de los básicos de menaje que tengo en mi casa y que me acompaña desde hace cinco años, cuando abrí mi primera tienda de decoración en Madrid, hasta ahora, ya que continúa formando parte de mi catálogo de productos y siendo uno de los artículos de cocina favoritos.
Lejos de seguir las tendencias de cada temporada, a la hora de idear cada una de sus piezas, me dejé llevar por mi instinto y gusto personal, especialmente, por aquello que considero bello de forma natural. De esta belleza de lo cotidiano, surge una vajilla muy versátil que busca su uso y disfrute cada día. Es, también, un homenaje a la época de mis abuelas. Ellas ya sabían que la vajilla formaba parte del corazón del hogar, por lo que era considerada un objeto de menaje muy valorado y especial, que marcaba el inicio de una nueva etapa en la vida. De este modo, creé una vajilla muy funcional, que entiende que cada comida puede ser una celebración. Ya sabes que no soy de guardar las cosas bonitas para momentos que no sé cuándo se van a producir, así que disfruto de la decoración de mesa tanto como puedo y cuido los detalles para saborear al máximo cada comida. Así, Karma deja de lado los elementos accesorios para centrarse en un diseño puro que apela a la autenticidad.