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Si hay algo que me proporciona mucha paz, especialmente, cuando llego a casa después del trabajo, es encontrarla ordenada. Si al entrar está todo recogido, siento que me abraza un ambiente cálido, acogedor y calmado. Al margen de la limpieza general, como la limpieza de primavera, no solo tengo unos hábitos, que me ayudan a conseguirlo en el día a día sin demasiado esfuerzo, sino también unos aliados fundamentales con los que consigo ordenar hasta lo más difícil de guardar: los cestos.
Cuando no sé dónde poner algún objeto, siempre encuentro un cesto de mimbre, un cesto de ratán o yute que resuelve este problema. Te puedo asegurar que hay cestos para ordenar cada cosa. Cuadrados, cilíndricos, rígidos, blandos, en su color natural, teñidos de colores vivos... Mis favoritos, sin duda, son los cestos de fibras vegetales porque tienen un encanto natural y proporcionan una decoración más fresca y sostenible. Existen multitud de variedades de cestas. Su función siempre es la misma: hacerte la vida más fácil, porque son tremendamente versátiles. Puedes encontrar cestos para guardar juguetes, textiles, revistas. También puedes usarlos para la leña o como macetero. E incluso, como complementos de papelería para poner orden en tu escritorio.



Lo confieso, no puedo vivir sin ellos. Siempre los echo de menos cuando me faltan, porque ocultan muchos objetos en cada estancia, proporcionando un orden visual en mi hogar muy agradable. Sin embargo, para que los cestos resulten verdaderamente prácticos, hay que saber elegirlos. Por eso, previamente, siempre pienso en el uso que les voy a dar. No es lo mismo un cesto para guardar mantas, que un cesto para el baño. Para que puedas aprovechar todas sus posibilidades, te lanzo algunas ideas para decorar con cestos de fibra natural.
Los cestos de fibra son una opción ideal para el recibidor. Pueden decorar la zona inferior del aparador de la entrada, ocupando ese espacio de manera que no parezca desangelado. Dependiendo de su tamaño, puedes convertirlos en un paragüero, puedes guardar los zapatos al entrar, las zapatillas de estar por casa o todo lo que se te ocurra. Tus gustos y tus necesidades son las que mandan. También puedes añadir un pequeño cesto como vaciabolsillos sobre el mismo mueble para dejar las llaves. Te aseguro que no tendrás que volver a buscarlas. Si tu entrada es pequeña, puedes usarlos colgados directamente en la pared o en un perchero. Esta solución también es muy útil para la cocina.

Otro truco para mantener el orden en casa es esconder los objetos más pequeños para que no generen ruido visual. Uno de los espacios que me resultan más complicados de mantener ordenado es el interior de los cajones de los armarios. Calcetines, ropa interior, cinturones, pañuelos o cualquier pequeño accesorio está mejor guardado y ordenado en un cesto organizador. Y si es decorativo, mucho mejor. En el salón, no puede faltar en mi mesa de centro un cesto donde guardo los mandos, cargadores de móvil… Dejar este tipo de elementos a la vista incrementan la sensación de que el espacio está sin ordenar. También tengo otro canasto más grande al lado del sofá para los cojines y mantas. Estos cestos para guardar textiles también son un imprescindible en mi habitación y en el baño. Ahora que el tiempo es más inestable, siempre tengo a mano una manta extra por si la necesito, un cojín por si leo en la cama y las toallas están a la vista y accesibles, pero bien organizadas.
Como ves, los cestos son una pieza clave del orden en casa que, además de su función estética y pragmática, aportan a los espacios confortabilidad, tranquilidad y una naturalidad especial. Una vez que aprendes a sacarles provecho, te prometo que cobrarán una importancia en tu hogar a la que ya no querrás renunciar. No lo dudes, pon un cesto en tu vida.

