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Si hay algo que me hace ilusión cada año es preparar una sorpresa especial para el Día del Padre. No hace falta complicarse demasiado, porque lo que realmente cuenta es el cariño con el que se prepara cada cosa. Y en mi casa, ese cariño empieza en la mesa.
Nuestra querida Lupe Herrera nos trae este mes una propuesta deliciosa y con una decoración de mesa que lo dice todo: acogedora, cálida y con ese toque rústico que convierte cualquier desayuno en un instante inolvidable. Esta vez ha recreado un desayuno con ese aire de las mañanas tranquilas de antes, donde el tiempo parecía ir más despacio y todo sabía mejor. Para esta idea de decoración de mesa se ha inspirado en un estilo rústico con toques vintages, gracias a una vajilla de enamel que hace que cualquier bocado se disfrute el doble.
Para este desayuno especial, Lupe ha elegido una base neutra con un mantel de algodón en tono natural, que siempre es un acierto porque combina con todo y da una sensación de calidez inmediata. Sobre él, cada elemento está pensado para crear una mesa que invite a quedarse un rato más.

La gran protagonista es la colección Yaya, una vajilla de enamel con diseño esmaltado en blanco roto y su borde rojo intenso. Me encanta porque tiene ese aire vintage que recuerda a las antiguas vajillas de campiña, pero con un aire renovado que la hace perfecta para cualquier ocasión. Además, es súper resistente, así que es de esas piezas que te acompañan muchos años.
Para darle un poco de dinamismo a la mesa, Lupe ha combinado los platos con tazas a juego combinando los tonos rojos y negros, aportando un punto cálido y hacen que todo encaje de manera natural. Las servilletas, en tonos crudos con un ribete y rayas en los mismos colores, potencian la armonía cromática y refuerzan ese equilibrio entre lo clásico y lo actual.
Y, por supuesto, no podían faltar los pequeños detalles que marcan la diferencia: una tartera metálica que recuerda a las cocinas de antes, cubiertos con un diseño sencillo, pero con carácter y un centro con frutas frescas que aporta más color y frescura a la mesa.
Si quieres que este desayuno no sea solo un momento bonito, sino también un regalo para el Día del Padre que pueda usar de manera cotidiana, piensa en algo que pueda usar siempre. Unas tazas que le hagan sonreír cada mañana o un set de desayuno con encanto pueden ser el detalle perfecto. Y, como no, el momento compartido porque, al final, lo que realmente importa es pasar tiempo juntos y hacerlos especiales. Y si la mesa está bonita, el desayuno sabe aún mejor.

