El verano tiene esa manera tan suya de acariciarnos. Llega como quien no quiere la cosa, pero de pronto lo cambia todo. La luz se vuelve dorada, el tiempo pasa más lento, y los espacios al aire libre se convierten en santuarios donde la vida se saborea sin prisa. Hoy quiero compartir contigo uno de esos rincones que tanto me inspiran: una pequeña terraza frente al mar, donde cada pieza ha sido elegida con mimo, con intención, con cariño.
Cuando imagino un rincón junto al Mediterráneo, me vienen a la mente materiales orgánicos, texturas que respiran naturaleza, y muebles de exterior que acompañan nuestro día a día con autenticidad y sencillez. Este espacio es un homenaje a esa forma de vivir: más consciente, más libre, más nuestra.
Se trata de un lugar para respirar, reconectar y, sobre todo, dejarse llevar. Cada elemento o detalle ha sido elegido para recordarnos que la vida se disfruta más cuando nos rodeamos de aquello que nos hace sentir bien. Muebles de mimbre, acabados artesanales, naturaleza… Aquí no hay prisa, puedes cerrar los ojos y dejar que el mundo siga su curso.
Frente al mar, bajo el sol generoso, una cama de exterior me regala esa calma que todos anhelamos. Con unos cojines de algodón y una buena lectura, se convierte en el lugar perfecto para dejar que el mar nos arrulle.
El sol se filtra a través de los flecos de la sombrilla, dibujando sombras que bailan sobre la piel. Su tejido de lona deja pasar la luz justa para que cada instante parezca un regalo. Y así, sin darme cuenta, quedo absorta en mis pensamientos.
La mesa auxiliar, que normalmente descansa en un rincón discreto del salón, hoy ha encontrado un nuevo propósito. Rescatada del interior, la utilizo en la terraza con el simple propósito de tener a mano una jarra de agua fría.
Tampoco los cestos tienen un único destino. En casa, cambian de lugar y función según el día. Han guardado mantas en invierno, revistas junto al sofá, incluso toallas en el baño. Pero hoy, han asumido un nuevo papel. Sus rayas azules me han parecido perfectas para un rincón mediterráneo, así que los he convertido en maceteros.
Quería mostrarte este rincón tan especial. Un lugar donde la vida se siente más plena, más ligera, más auténtica. Si sueñas con tu propia terraza de estilo mediterráneo, te diría que no necesitas grandes cosas. Yo prefiero muebles que no alzan la voz ni buscan llamar la atención, pero que, al mirarlos de cerca, me enamoran. Quizás por eso, así son las piezas que imagino y selecciono para OFELIA: sencillas, honestas, especiales.