Ya lo habrás podido comprobar en mis posts anteriores, esta casa es ¡pura calidez! Entramos y el efecto “slow life” es inmediato. El salón, la primera estancia que nos recibe, es la expresión misma de lo que llamamos hogar. Techos de vigas de madera, paredes en tonos salmón, suelos de terracota, luces discretas y tenues, textiles que envuelven… Vamos, la decoración rústica en todo su esplendor.
Es un lugar que nos hace sentir libres, pero también muy protegidos. La paz reina aquí. No sé si tú, pero yo me veo ahí, acurrucada en una manta y perdiéndome en lecturas o viendo películas durante horas y horas. Los espacios están conectados entre sí, como es habitual en la decoración de casas rurales. Silenciosos, pequeños, pero tan cómodos… Así mismo, la cocina abierta se integra perfectamente al salón comedor y acentúa todo el confort y el carácter familiar de la planta baja.